El conflicto de Ruanda no quedó enterrado tras el genocidio de 1994 donde fueron asesinadas un millón de personas.

Recorro aquellos caminos después de diez años, justo cuando comienzan los macro juicios que sentenciarán a más de cien mil responsables.

Tras atravesar Uganda y Ruanda hasta la frontera con Burundi, descubro con horror que la situación es muy complicada, que los asesinatos y violaciones se siguen cometiendo, incluso en campos de refugiados, y que detrás de toda esta violencia aflora el verdadero problema.

Las luchas de poder para controlar las inmensas riquezas que guardan las tierras de los Grandes Lagos.